sábado, 31 de julio de 2010

TU RISA

Quítame el pan, si quieres,
quítame el aire, 
pero no me quites tu risa.

No me quites la rosa,
la lanza que desgranas,
el agua que de pronto
estalla en tu alegría,
la repentina ola
de plata que te nace.

Mi lucha es dura y vuelvo
con los ojos cansados
a veces de haber visto
la tierra que no cambia,
pero al entrar tu risa 
sube al cielo buscándome
y abre para mí
todas las puertas de la vida.

Amor mío, 
en la hora más oscura 
desgrana tu risa,
y si de pronto ves que mi sangre
mancha las piedras de la calle,
ríe, porque tu risa
será para mis manos
como una espada fresca.

Junto al mar en otoño,
tu risa debe alzar
su cascada de espuma,
y en primavera, amor,
quiero tu risa
como la flor que yo esperaba,
la flor azul,
la rosa de mi patria sonora.

Ríete de la noche,
del día,
de la luna,
ríete de las calles
torcidas de la isla,
ríete de este torpe
muchacho que te quiere,
pero cuando yo abro
los ojos y los cierro,
cuando mis pasos van,
cuando vuelven mis pasos,
niégame el pan,
el aire,
la luz,
la primavera,
pero tu risa nunca
porque me moriría.

TUS MANOS

Cuando tus manos salen, amor,
hacia las mías,
¿qué me traen volando?
¿Por qué se detuvieron
en mi boca, de pronto?
¿Por qué las reconozco
como si entonces, antes,
las hubiera tocado?
¿Como si antes de ser
hubieran recorrido mi frente,
mi cintura?

Su suavidad venía
volando sobre el tiempo,
sobre el mar, sobre el humo,
sobre la primavera,
y cuando tú pusiste
tus manos en mi pecho,
reconocí esas alas
de paloma dorada,
reconocí esa greda
y ese color de trigo.

Los años de mi vida
yo caminé buscándolas.
Subí las escaleras,
crucé los arrecifes,
me llevaron los trenes,
las aguas me trajeron,
y en la piel de las uvas
me pareció tocarte.

La madera de pronto
me trajo tu contacto,
la almendra me anunciaba
tu suavidad secreta,
hasta que se cerraron
tus manos en mi pecho
y, allí, como dos alas...
...terminaron su viaje.