para Mariano Latorre.
Quiero dedicarle un vuelo de queltehues
junto al agua...
una queja de pidenes y la mancha mojada,
como sangre en el pecho,
de todas las loicas de Chile.
Voy a dedicarle una espuela de huaso
con rocío matutino,
de algún jinete que sale de viaje
en la madrugada
por las riberas del Maule
y su fragancia.
Voy a dedicarle
un rosario amarillo de topa-topas,
flores de las quebradas,
flores salvajes y puras...
Oímos junto a él
los pasos de labriegos
y de pampinos,
de mineros y de pescadores,
de los que trabajan,
rastrean,
socaban,
fecundan
nuestra tierra dura...
Su corazón fue una nave de madera olorosa,
salida de los bosques del Maule,
bien construida y martillada
en los astilleros de la desembocadura,
y en su viaje por el océano
seguirá llevando la fuerza,
la flor
y la poesía de la patria.
Oímos junto a él
los pasos de labriegos
y de pampinos,
de mineros y de pescadores,
de los que trabajan,
rastrean,
socaban,
fecundan
nuestra tierra dura...
Su corazón fue una nave de madera olorosa,
salida de los bosques del Maule,
bien construida y martillada
en los astilleros de la desembocadura,
y en su viaje por el océano
seguirá llevando la fuerza,
la flor
y la poesía de la patria.